lunes, 9 de febrero de 2009

LA NUEVA TASA DE RECICLAJE

“Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante una sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad…”
Esto no lo dijo Karl Marx. Es el artículo 31 de nuestra Constitución.

Sucesivos gobiernos, centrales y autonómicos, del PP y del PSOE, no han regateado en esfuerzos y han puesto todo su empeño en que esta máxima fuera de verdad un hecho real. Y debemos reconocer que, por lo menos en relación a uno de sus aspectos, ya casi lo han conseguido.


Entrados de lleno en el siglo XXI, yo mismo he conseguido alcanzar cuotas inimaginables de igualdad con un millonario: al margen de que desnudos no se nos distingue, y de que ambos encaramos la muerte en las mismas condiciones de soledad y desamparo, los dos pagamos el mismo impuesto cuando compramos una barra de pan, un litro de leche, llenamos el depósito del coche, y ahora reciclamos nuestra basura. La nueva TASA DE RECICLAJE nos hace más iguales. ¡conseguido!
Pero ¿dónde está el segundo principio del artículo 31 referente a la “progresividad”? Progresividad, en el sistema tributario, significa que debe pagar más el que más tiene. Existen varios tipos de medidas de recaudación “progresiva”: el IRPF, por ejemplo, que vive ajeno al color político del gobierno de turno. La mayoría de nosotros hemos olvidado lo que significa IRPF, tanto repetirlo en siglas. Son las iniciales del Impuesto sobre la Renta de Personas Físicas. Su esencia es “que pague más el que más renta tenga”. Esa esencia, que debería haber permanecido bien custodiada y protegida de inclemencias económicas y tormentas políticas, se ha ido evaporando año tras año con la bajada del tipo máximo y la lenta pero constante pérdida de progresividad.


También pertenecía a este tipo de medidas recaudatorias el fallecido “impuesto de patrimonio”. Zapatero, “el rojo”, que debió compartir una “visión mariana” con sus contrincantes del PP ya que ambos lo exhibían en sus programas electorales, tuvo la osadía que produce la ignorancia (quiero pensar) de afirmar que “sólo lo pagaban las clases medias”. Hasta su eliminación apenas había 900.000 españoles obligados al pago de este impuesto. Si esa cantidad es la clase media….. o España está llena de millonarios o somos 39 millones de pobres.
Los políticos del PP y del PSOE nos han comprado los votos con la bajada de impuestos directos, consiguiendo que se nos nublara el entendimiento y la razón ante la promesa de tener 20 o 30 euros más en la nómina, y haciéndonos olvidar que los más beneficiados de todos estos malabarismos tributarios son los de siempre: los que más tienen. El más perjudicado: el anhelado “estado del bienestar”, que desgraciadamente no se mantiene del aire.
Y llega el momento de “sostener el gasto público”. Y ante la falta de ingresos por parte de las administraciones central, autonómica y local, no queda más remedio que imponer la “igualitaria” TASA. En este último caso, la TASA DE RECICLAJE. Si ricos y pobres cagamos lo mismo, tendremos que pagar lo mismo. ¿Acaso no es justo? Una tasa en la compra de un turismo de lujo, en el alojamiento de un hotel de cinco estrellas, o en gastos de embarque aéreo, podríamos darla por buena. Pero un gasto obligatorio y necesario para con la población y el medio ambiente como es la gestión de la basura y su reciclaje, que afecta a todos los ciudadanos y a su entorno, debería ser financiado por el sistema tributario y no a través de una tasa que va a suponer un esfuerzo extra para la mayoría de nosotros.
El PP de Llíra se ha desvinculado de la tasa, echándole la culpa a la Diputación. Diputación (ayuntamiento de ayuntamientos) y el “Consorci Valencià d’Interior”, generador de la tasa, son de mayoría del PP (nuestro Sr. Alcalde es miembro del mencionado consorcio). El PSOE por su parte aprovecha para arremeter contra el PP en los errores de los censos y en el localismo de que como tenemos la planta en nuestro término municipal deberíamos estar exentos del pago. La injusticia de fondo vuelve a perderse entre organismos, acusaciones y vanalidades.

En definitiva, ¡que no nos engañen! El Estado necesita del mantenimiento del sistema tributario para el sostener el gasto público, por lo que los impuestos son necesarios, siempre y cuando mantengan el principio de progresividad. De lo contrario, la única manera de hacer frente a las necesidades sociales es y será la aplicación de tasas, injustas en su naturaleza.

Y como dijo un famoso político local... Prepareu les butxaques!

1 comentario:

  1. A vore quan cobren per anar a missa i així sufragar els costos de tantes processons per a l'erari públic.
    ISQUIERDO, ÉS QUE ERES MOLT BON PSICÒLEG. Enganyar i cobrar al personal té molt de mèrit.

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