
Lo mismo sucede con nuestra mente: con el paso del tiempo se va llenando de arañazos, golpes, rascadas... que la hacen única y reconocible. Cuando eres niño esas improntas suele ser visuales. Y hay una de mi época en blanco y negro (casualmente la televisión del salón también era en blanco y negro) que se me ha mostrado hoy no como habitualmente lo hace, en sueños, sino en pleno estado de vigilia. Se trata de una escena de un clásico del cine de terror en la que un grupo de zombis persiguen y acorralan a un incauto ciudadano en un supermercado. Y lo que más miedo me da no es que sean muy feos, que lo son, ni que quieran matar al hombre (o la mujer, no recuerdo), que lo harán, sino el empecinamiento en su objetivo, la histeria de sus movimientos, su sordera tanto física como mental a cualquier razonamiento.
La globalización es un hecho, y vivimos afortunadamente en el primer mundo. Un mundo inmerso enteramente en la era de la comunicación, de la abundancia, donde incluso un desastre natural apenas produce víctimas y nos deja sólo unos minutos sin luz eléctrica. Hoy he estado en mi supermercado habitual y se me ha mostrado, ahora en color, la esencia de mi pesadilla.
Esta vez los zombis no eran tan feos (hay de todo, claro) ni querían matarme, pero los pelos se me han puesto de punta por el parecido tan asombroso con las más horribles características de la escena original: la histeria, el empecinamiento, la sordera. Y qué casualidad que las comunidades autónomas donde más se ha perdido la razón han sido Madrid y Valencia, que tienen en común, entre muy pocas cosas, el color de su gobierno.
La huelga de transportistas ha mostrado al PP el buen funcionamiento de su política más subliminal y destructiva: la política del miedo. Cuentan, por supuesto, con dos buenos instrumentos: Canal 9 y TeleMadrid, que no dejan de inducirnos, día tras día en un constante y paciente ejercicio de sadismo, miedo a lo diferente, a lo extranjero, a la diversidad, y en este caso al desabastecimiento (término éste que hace ya casi setenta años que no ha lugar en España).
Visto que lo han conseguido, sólo pido una cosa: que si puede preverse la caída de un meteorito sobre el Miguelete o la inminencia de un tsunami en la Malva-rosa tengan la caridad de dejarnos morir en paz, porque los daños de una comunicación pública superarían sin duda las mayores y más pesimistas previsiones en pérdidas humanas.
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Aquest és un espai per a poder participar lliurement i no és la nostra intenció la d'introduir cap tipus de censura, encara que les idees exposades siguen crítiques amb nosaltres.
Però, i ja que no ens fem responsables de les idees ací exposades, no podem permetre que es facen acusacions a terceres persones alienes, sense proves, i de forma anònima. Per això, tot missatge que acuse una persona de fora de l'àmbit polític i que no tinga cap tipus d'identificació serà esborrat.
Esperem que ho entengueu.