lunes, 8 de septiembre de 2014

EL CAPITALISMO CONTRA EL ESTADO


José Francisco Bellod Redondo doctor en Economía
Grupo de Investigación “Economía, Territorio y Medio Ambiente” de la UPCT

“Si le das más poder al poder, más duro te van a venir a coger”.
Molotov




La intensa y duradera crisis económica iniciada con la implosión de la burbuja inmobiliaria en 2007 (crisis “subprime”, quiebra de Lehman Brothers…) ha devenido en un duro proceso de deconstrucción del Estado de Bienestar. Tras unos primeros momentos en los que cundió el pánico entre la burguesía, cuando los dirigentes políticos y empresariales reaccionan solicitando medidas excepcionales contrarias a la ortodoxia neoliberal (recuerden al presidente G. W. Bush solicitando “un paréntesis en la economía de mercado... para salvar la economía de mercado) y una mayor intervención estatal de orientación keynesiana, subvenciones multimillonarias a empresas e incluso nacionalización (temporal) de bancos e industrias; el capital retoma la iniciativa y hoy se encuentra a la ofensiva, dictando duros planes de ajuste a los otrora avanzados países europeos que se jactaban de gozar de altas tasas de crecimiento económico y protección social.

El consenso liberal – socialdemócrata forjado tras la II Guerra Mundial, ante el descrédito de un derecha que se había plegado a las exigencias de los partidos fascistas y con la presión de la entonces pujante economía soviética; se asentaba sobre bases keynesianas. Ese consenso (amplias libertades + amplias prestaciones sociales) ha hecho aguas ante la incapacidad del capitalismo de generar riqueza suficiente para mantener las conquistas sociales prometidas a los trabajadores a la vez que se mantenía una elevada tasa de rentabilidad el capital. Y frente a la reacción popular ante la pérdida de derechos sociales el sistema, ahora nuevamente crecido, reacciona recortando libertades con ingerencias neo – coloniales sobre las legislaciones e incluso sobre las Constituciones de los países europeos.

Sucede que, una vez más, se ha verificado la tendencia a la desaceleración del crecimiento capitalista a la que Marx hizo referencia reiteradamente en su obra. El mito de la “mano invisible” popularizado por Adam Smith según el cual el sistema de mercado, mediante la libre (descoordinada) actuación de los agentes individuales, guiados por su propio interés (codicia), conduce al mejor de los mundos (prosperidad para todos), ha hecho aguas nuevamente.

Los datos muestran con claridad la tendencia crítica del sistema capitalista a largo plazo: salvando episodios puntuales, generalmente asociados a la guerra y a la especulación inmobiliaria o financiera (ambos importantes motores para el crecimiento intenso pero con indeseables consecuencia en términos de sufrimiento humano), el sistema tiende al estancamiento, con un PIB que crece a tasas reales cada vez inferiores.

Esa tendencia se explica en parte por la caída tendencial de la Eficiencia Marginal del Capital: el esfuerzo inversor de las empresas para desplazar trabajo vivo (mano de obra) por trabajo “cristalizado” (maquinaria) se traduce cada vez menos en crecimientos del PIB. Este comportamiento es perfectamente congruente con la teoría marxista del valor: el trabajo “vivo” es la única fuente de creación de valor y en la medida en que lo desplazamos por maquinaria la capacidad de generar nuevo valor (también plusvalía) va decreciendo.

La consecuencia es que el esfuerzo inversor de las empresas no se ve recompensado en la medida en que ellas lo esperan.
En tales condiciones necesariamente resurge la lucha sobre el destino de los excedentes del sistema: ¿dedicamos parte de la menguante riqueza a retribuir al capital o a financiar la paz social vía prestaciones sociales?

En estos momentos de ofensiva neoliberal, el sistema promueve el aumento del grado de explotación de los trabajadores mediante reformas laborales que, como la actual en España, castigan a los trabajadores renuentes a aceptar peores condiciones salariales; reduce prestaciones sociales que son, al fin y al cabo, una parte de la plusvalía recuperada de manos del capital por vía tributaria para financiar el Estado de Bienestar; y promueven privatizaciones de servicios públicos para dejar en manos del capital nichos de negocios que aún pueden ser lucrativos (Sanidad, Educación, agua potable, etc…). Esta tensión es lo que O’connor y Habermas han llamado la crisis fiscal del Estado: la imposibilidad de cuadrar las cuentas de un sistema que busca su legitimación tratando de eludir la lucha de clases ofreciendo a todos una parte más o menos generosa del pastel (servicios y prestaciones públicas a los asalariados, plusvalía para las empresas).

Por ello en los últimos tiempos el capitalismo ha respondido dedicándose con denuedo a ese proceso de deconstrucción de la dimensión social del Estado al que antes nos referíamos Se trata de desprenderlo se su ropaje social, dejándolo en un descarnado policía que vigila al mundo y a sus ciudadanos, elevando para ello el gasto en armamento y policía, mientras recorta gastos sociales. El capitalismo somete y maneja el Estado a su antojo, como lo hace el mayoral de la finca con los bueyes enyuntados. La socialdemocracia ha fracasado intentando ofrecer una salida (social o no) a la crisis. Véase si no los lamentables finales de legislatura de los países periféricos con gobierno socialdemócratas: las experiencias del Sr. Zapatero (España), del Sr. Sócrates (Portugal) o del Sr. Papandreu (Grecia) son buena muestra de ello.

Los últimos datos sobre España apuntan en esa misma dirección. El Presidente Rajoy ha estrenado su legislatura dando rienda suelta a la policía de Su Majestad para reprimir sin contemplaciones manifestaciones de ciudadanos pacíficos y desarmados. Ha anunciado que los policías jubilados serán los únicos funcionarios (ni médicos, ni maestros…) cuyas plazas serán repuestas con nuevo personal. Sí, el mismo Sr Rajoy que en septiembre de 2011 y en connivencia con el Sr Zapatero cedieron al chantaje de los especuladores y reescribieron nuestra Constitución de espaldas a los ciudadanos.



Bibliografía:
  • Bellod Redondo (2009); “La Crisis Imposible: Tragedia en Tres Actos”; Utopías –Nuestra Bandera, nº 222, pp. 15 – 31.
  • Habermas, J. (1975); Problemas de Legitimación en el Capitalismo Tardío. Amorrortu, Buenos Aires.
  • O’connor J. (1981); La Crisis Fiscal del Estado, Ediciones Península.

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